Esta obra, prácticamente un concierto para viola y orquesta con una modesta intervención del solista, estaba originalmente dedicada a Paganini, pero éste rehusó estrenarla. No obstante habiendo asistido con posterioridad a una representación en Paris, quedó tan impresionado con ella, que después de la representación subió al escenario y ante la sorpresa de los asistentes, se arrodilló delante del músico y le besó la mano en señal de admiración, como puede apreciarse en la litografía de la época que se incluye en el video, y más importante aún le asignó una pensión, que le permitió enfrentar las estrecheces económicas a las cuales como modesto bibliotecario debía con frecuencia enfrentarse. Grabación monofónica año 1955, solo de viola Heinz Kirschner. oscar ignacio olavarria aqueveque
