Verdi comienza a componer su “Misa para difuntos” con la escena final “Libera me” (y digo “Escena” por la fuerte influencia del género operístico). Es, tal vez, el más comprometido de los números de la obra, en donde deja correr la pluma, esmerándose en los materiales que servirán para escribir la “otra hora de música”. Un Verdi maduro, soberbio dominador de la Orquesta Romántica, de la armonía, y admirador del legado de Bach a la hora de escribir una colosal fuga final